¿Alguna vez se ha puesto a pensar usted en lo increíble y extraordinario que puede ser la pérdida del sentido de la existencia? Pues yo sí. Cada vez que paso por las calles de la ciudad especialmente en esas zonas que están controladas por las personas que llamamos “habitantes de calle”, “desechables”, “drogadictos”, “gamines” y un montón de sobrenombres con los que los calificamos. En algunas ocasiones he tratado de ponerme en los zapatos de las personas que están consumidas por las drogas, de esas personas que ya perdieron el sentido de su existencia y que solo piensan en la manera de alimentar su vicio, y la verdad es que no logro comprenderlo. Es decir, ¿Perder el sentido de la vida por culpa de una sustancia que a lo mejor genera una sensación de satisfacción y plenitud? No, no logro comprenderlo. Sin embargo, debo admitir que no he estado al margen del mundo de las drogas. Pero, a mi parecer no creo que sea algo por lo cual dejarse decaer como para acabar viviendo en la calle